El didjeidoo es un instrumento de viento utilizado por los aborígenes australianos. Este instrumento es básicamente u tubo de madera que se hace sonar al vibrar los labios en uno de sus extremos. Esta vibración, es amplificada por las paredes del tubo, generando un sonido único y profundo. Es posible modular la vibración obtenida, moviendo los labios y la lengua, o sumando a la vibración sonidos surgidos de la garganta. Además, los sonidos producidos tienen una impronta rítmica notable, sonando muchas veces como un instrumento casi percusivo.
El término didgeridoo no proviene de ninguna lengua aborigen, sino que es el nombre que le dieron los europeos en sus primeras visitas a la isla. En los diferentes dialectos aborígenes se utilizan palabras distintas para denominar a este instrumento, entre las cuales podemos señalar yidaki, ginjungarg, eboro, djalupu, maluk, etc. La denominación más comúnmente utilizada por los aborígenes es la primera que mencionamos, yidaki, que significa "instrumento de conexión espiritual".
Originalmente, el didgeridoo fue creado a partir de troncos muertos de árboles, principalmente eucaliptos, cuyo interior se hallaba roído por las termitas. Al limpiar dicho tronco, se obtiene un tubo largo que constituye de esta manera el instrumento. Un didgeridoo mide normalmente entre 6 y 12 centímetros de diámetro, y su largo puede variar desde aproximadamente 50 centímetros hasta dos metros o más. El largo del instrumento determina la gravedad de su sonido, es decir, que mientras más largo es más grave suena. Algunos presentan un ensanchamiento en su boca inferior, de modo similar a una trompeta. Muchas veces, la boca superior, por la cual se sopla, presenta una cubierta de cera de abejas a modo de boquilla para prevenir la irritación de los labios a causa del roce. Una de sus particularidades es que se puede tocar durante un tiempo ilimitado mediante una técnica denominada respiración circular, que consiste en mantener continuamente una cierta presión de aire en la boca, inhalando aire por las fosas nasales.
Su tono fundamental se compone de una variedad de sonidos simultáneos como los armónicos y las voces. Su sonido es viceral y su vibración puede expandirse con una baja frecuencia capaz de generar un fuerte efecto sobre el sistema nervioso. Ya en tiempos remotos los ancianos aborígenes del norte de tembleque hacían uso de las propiedades del digeridoo, como símbolo cultural e identificativo de su procedencia, para ritualizar en distintos contextos las bases de su existencia. Se ha usado ancestralmente como objeto ritual y de mimetización teatral con el entorno, como acompañamiento de la voz y también como instrumento solista. Dentro de los clanes aborígenes, y todavía hoy en día, denota distinción en el rango o casta de las capacidades del músico que lo toca. Generación tras generación es transmitido un sistema propio de ser tocado por los clanes en cuya procedencia tiene sus orígenes el didgeridoo, en el noreste de la Tierra de Arnhem (Territorio del Norte, Australia). Éstos remiten físicamente el sonido, de padres a hijos, de maestro a alumno, con tal de transmitir el conocimiento en las complejas técnicas utilizadas para tocarlo.
Leyendas
Según los pueblos aborígenes australianos, en el comienzo fue lo sagrado. En el comienzo fue el Tiempo de los Sueños, la época Tjukurpa. En aquellos tiempos, existía sobre la tierra sólo una vida inmóvil, una sustancia embrionaria enorme, translúcida, compuesta por una amalgama de seres irrealizados, pertenecientes a una especie animal o vegetal. Y fue así que "aquel que salió de la nada y existe por sí mismo" el llamado Ser Supremo, que esculpió en aquella masa informe un cuerpo, brazos, manos, piernas y una cabeza. Creó así a los seres capaces de sostenerse en pié. Durante el Tjukurpa fue creado todo: montañas, valles, llanuras, corriente de agua. No existía nada antes del Tjukurpa. Durante el Tiempo del Sueño, seres ancestrales en forma de humanos, animales y plantas viajaron a lo largo y ancho de la tierra y consumaron hechos esenciales de creación y destrucción. Los viajes de aquellos seres aún son recordados y celebrados La memoria de aquellos periplos sagrados perdura aún hoy en la forma de accidentes geográficos, tales como la montaña sagrada de Uluru.
En aquella era del Tiempo de los Sueños el Ser Supremo, la Gran Energía Sagrada, difundió su esencia, su poder, en cada uno de los seres humanos, en cada uno de los animales, de las plantas y los minerales, en las estrellas y en el aire y en el agua. Después, los Grandes Antepasados, criaturas gigantescas, terminaron por crear el mundo tal y como es ahora. De este modo, eneraron vínculos entre los diferentes pueblos, y, de norte a sur, de este a oeste, los parentescos creados tejieron una gigantesca telaraña cuyos hilos nos guían y protegen desde entonces.
Más tarde, antes de desaparecer, antes de que concluyera el Tiempo de los Sueños, cuando nacieron los hombres en su forma actual, les dijeron: "Este es vuestro país. Lo hemos creado para vosotros. Aquí viviréis y lo conservaréis tal como os lo entregamos. No lo dejaréis nunca, pues sois sus Guardianes. Sois los Guardianes de nuestra Creación." Y luego del Tiempo del Sueño, nació el didjeridoo.
Más tarde, antes de desaparecer, antes de que concluyera el Tiempo de los Sueños, cuando nacieron los hombres en su forma actual, les dijeron: "Este es vuestro país. Lo hemos creado para vosotros. Aquí viviréis y lo conservaréis tal como os lo entregamos. No lo dejaréis nunca, pues sois sus Guardianes. Sois los Guardianes de nuestra Creación." Y luego del Tiempo del Sueño, nació el didjeridoo.
El didjeridoo fue creado durante un latido imprecisable del pasado. Dos jóvenes adolescentes fueron raptadas por un gigante que deseaba convertirlas en sus esposas. Después de mucho tiempo, las muchachas pudieron escapar y regresaron a su tribu. El gigante estaba hambriento cuando descubrió lo que había ocurrido. Fue entonces a reclamar lo que consideraba su propiedad. Mientras tanto, las jóvenes de mayor edad de la tribu, hicieron una trampa para apresar al gigante. Cavaron un enorme pozo a lo largo del sendero que conducía a su hogar. El gigante, en su hambrienta prisa, cayó dentro del hoyo e inmediatamente fue ultimado por las lanzas de los cazadores que, cerca, permanecían escondidos. Antes de su muerte, el ser ciclópeo se enrolló en su pene. Parecía un puerco espín cuando comenzó a golpear su falo y a emitir un sorprende y zumbante sonido. Los cazadores de la tribu intentaron imitar este sonido. Sólo lo lograron cuando hallaron un largo palo hueco cuyo centro había sido comido por termitas. Y al soplar un extremo del largo palo hueco descubrieron que podían emitir un sonido muy aproximado al que antes generaban el gigante atrapado. De este modo, nació el primer didjeridoo.
Pero quizá una de las historias más difundidas acerca del origen del ancestral instrumento australiano sea aquella que asegura que, una vez, tres hombres acamparon durante una noche fría en el desierto. Uno de los viajeros le pidió a otro que colocara un leño en el fuego; éste dio unas vueltas alrededor y halló un palo, ahuecado en su interior. Al regresar descubrió que el madero se hallaba abarrotado de termitas en toda su extensión. El hombre no quería entonces arrojar la rama a la fogata porque entonces mataría a todas las termitas. Sin embargo, sus amigos le exigieron que entregara a las llamas el palo porque hacía mucho frío y era necesario generar calor. Así removió todas las termitas, las depositó en una de sus manos y las alojó luego dentro del leño. Después alzó la rama sobre sus labios y sopló fuertemente. Y las termitas que flotaban en el aire se convirtieron en las estrellas. Y, así, el primer didjeridoo fue creado.
El didjeridoo también se asocia con la mítica la Serpiente del Arco Iris, tal vez la divinidad más antigua del planeta. El reptil sagrado de los siete colores jugó una parte importante en la creación deslizándose sobre la tierra, haciendo ríos y delineando los rasgos más distintivos del paisaje. En las ceremonias de los Gjun Guwan, el didjeriddo con su particular medida, unos 2,5 metros y medio, y representa a Yurlunggur, la Serpiente de Arco Iris.
Otra historia ligada al didjeriddo y su creación dice que, en el comienzo, el Gran Espíritu Balame creó al hombre y la mujer, sobre quienes recayó la responsabilidad de crear a los pájaros y los animales terrestres. Creación que consumaron mediante el canto y el sonido mientras tocaban el didjeridoo.
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1 comentario:
Hola Lucho, esta bueno el blog, pero debo reconocer que todavia te falta mucho por mejorar.
...de verdad, te lo digo.
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